jueves, 27 de noviembre de 2008

EL PUGILATO DE LOS PODERES

Oscar Andrés Sánchez A.
Septiembre de 2008


Los altercados con Chávez y Correa hacen parte de la historia diplomática del país. En los últimos meses la contienda verbal se trasladó al interior. El presidente protagoniza un “tire y afloje” con la Corte Suprema de Justicia, con líderes de la oposición y con algunos periodistas. La bandera blanca no encontró plataforma y sólo se avizora un noqueado: Colombia.

Buenas noches, bienvenidos al pugilato de las estrellas: En esta esquina, Álvaro Uribe, luchador indomable, experto en expurgar el pasado y capaz de enfrentar a mas de uno al mismo tiempo. En esta otra, el frío y calculador César Gaviria, vulnerable a las trampas de Uribe, acompañado por Francisco Ricaurte, presidente de la Corte Suprema, dispuesto a defender su independencia y Daniel Coronell, periodista de implacable pluma.
El round inició hace un par de meses con el caso del detenido ex paramilitar del Suroeste alias “Tasmania”, quien hacen unos meses denunció presiones del magistrado Iván Velásquez, -investigador estrella de la “parapolítica” que hoy tiene a 29 congresistas detenidos, para que responsabilizara al presidente de un atentado en el 2003 contra el comandante del Bloque Suroeste, alias “René”, hoy tras la rejas.

Las reacciones de Uribe no se hicieron esperar y lanzó un primer gancho: acusó a la Corte de querer deslegitimar su gobierno y de comprar testigos. Pero días después, “Tasmania” le confesó a la Fiscalía que todo era un montaje y que le habían ofrecido dinero y una casa para que enlodara el nombre del magistrado que en septiembre de 2007 abrió la investigación que hoy tiene en prisión domiciliaria a Mario Uribe, primo del presidente.

En varias ocasiones el presidente también se ha ido lanza en ristre contra periodistas y columnistas que lo critican. Héctor Abad Faciolince, Daniel Samper, Antonio Caballero, Ramiro Bejarano, Iván Cepeda y Daniel Coronell, por mencionar algunos. A este último lo acusó de ser cómplice de Yidis Medina por haber guardado una grabación durante tres años. Coronell se limitó a responder que él era un informador y no un informante.

Los ánimos se caldearon más entre el presidente, la corte y la oposición, a raíz de la visita clandestina a Casa de Nariño de dos emisarios de 'Don Berna': su abogado Diego Álvarez, y un desmovilizado conocido como alias 'Job', ex miembro de la 'Oficina' de Envigado. La Corte solicitó a la Fiscalía investigar los hechos y la oposición, liberalismo y Polo, lo condenaron y exigieron la verdad.

Los invitados que ingresaron por el sótano traían supuestas pruebas de que la Corte había comprado testigos en el caso de la “parapolítica” y fueron recibidos por el asesor jurídico y el jefe de prensa de presidencia. El presidente dijo que no había puesto estas declaraciones en conocimiento de la Fiscalía porque las consideró irrelevantes, sin embargo, parte de estas declaraciones se filtraron a los medios procedente de Palacio.

La campana del ring de nuevo sonó y esta vez fue el presidente de la Corte Suprema, Francisco Ricaurte, el que dio el primer asalto: anunció la posible denuncia contra el presidente ante la Corte Penal Internacional por un supuesto complot orquestado desde el gobierno para dilatar las investigaciones sobre la “parapolítica” y lo acusó de intentar violar el principio de independencia de la justicia, base del orden institucional.


El Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Francisco Ricaurte, ha dicho en varias ocasiones que Uribe intenta violar la indenpendencia de la justicia (foto: Cambio)

Luego los pronunciamientos hechos por Ricaurte durante el encuentro sostenido en Cartagena por los cuatro presidentes de las altas cortes con Leandro Despouy, relator de la ONU para la Independencia Judicial y quien manifestó su preocupación por el tema, el presidente Uribe dijo que prefería el debate a quedarse callado y que está dispuesto a logar un entendimiento con la Corte, pero que quiere que esta sea “imparcial” y no trafique con testigos.
Pero faltaba el round más impactante. Uribe, disgustado por la acusaciones de los liberales por la furtiva visita de los delegados de “don Berna” a Palacio, trató de darle un golpe bajo a esta colectividad y acusó a Cesar Gaviria de haber hecho un acuerdo con los “pepes” para asesinar a Pablo Escobar. Gaviria intento esquivarlo y lanzó un gancho diciendo que se apoyó en ellos, pero nunca hubo alianzas, y que si no hubiera sido por la cooperación de algunos guerrilleros, la operación “jaque” no se hubiera realizado.

Estas son solo algunas de las reyertas protagonizadas por el presidente, sin detallar las que ha sostenido con el senador Gustavo Petro, primero en denunciar la “parapolítica” en el congreso, y con el senador Fernando Cristo, su antiguo aliado político. Todas con un ingrediente común: hacer retrospección sobre temas polémicos en su momento y ya investigados, como cortina de humo ante los virulentos problemas que ponen en vilo su legitimidad.

Colombia es un estado social de derecho que consagró en su Constitución el principio de la separación tripartita del poder y su autonomía, como lo promulgó Montesquieu en 1748 en El espíritu de las leyes y lo ratificó la ONU y que supone una garantía para el propio Estado y para el ciudadano, sujeto de derecho, protegido por un marco legal que dificulta los abusos de poder.

El ejecutivo es el llamado a mantener la unidad nacional y la institucionalidad, pero cada vez que siente lacerada su imagen, intenta noquear a quien se le atraviese o lo acusa de subversivo, sin medir consecuencias como la deslegitimación de las instituciones y de la democracia, el atraso de la agenda legislativa y la polarización política del país.

Ilustración: semana.com

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