jueves, 15 de enero de 2009

VIENTOS DE SEDICIÓN

Oscar Andrés Sánchez A.
Mayo de 2007

“Las sediciones, dice Bacon, son como las tempestades, se producen justamente cuando menos se las espera, en la mayor de las calmas, en periodos de equilibrio o equinoccio. En esos momentos de igualdad y calma es perfectamente posible que algo esté tramándose o, mejor, naciendo, hinchándose como una tempestad”. Michel Foulcault

“Mano dura con la guerrilla” y “Cascos azules a la colombiana”, fueron las frases que elevaron la aceptación popular en el 2002 del entonces presidenciable menos opcionado, Álvaro Uribe Vélez. Las denuncias sobre el apoyo de las AUC a esta campaña no se hicieron esperar, pero la atención de la opinión pública se concentraba en las Farc, recién arrojadas del Paraíso por Pastrana. En campaña, Uribe se refirió poco a los paramilitares; pero una vez en el poder, inició un proceso de desmovilización sin precedentes que desataría una ventisca de denuncias.


Francis Bancon, (enero de 1561 – abril de 1626), conocido también como barón de Verulam. Fue vizconde de San Albano, canciller de Inglaterra y célebre filósofo.

Cualquier personan con sentido pensaría que la bochornosa parapolítica desataría una sedición contra la institucionalidad; pero aquí sólo truena. A principios del XVII, Francis Bacon, escribía que la sedición era un fenómeno natural e inmanente a la vida de la res pública. En Colombia son habituales cada cuatro años los vientos de sedición; pero sólo una vez en la historia republicana ha sido imparable la tormenta. Hace poco se conmemoraron los 50 años del golpe de opinión que obligó a rojas a dejar la presidencia que se había tomado por la fuerza en 1953. Eso hace que no hay ciclón en el país.

Las críticas a las “desmovilización” de los paramilitares y benévola Ley de Justicia y Paz, recurrentes durante el primer gobierno de Uribe, no son equiparables con lo que ha ocurrido a partir del 2006. Primero el computador de Jorge 40, luego la publicación del Acuerdo de Ralito, en el que 32 prestantes sujetos apoyaron el proyecto paramilitar de “Refundar la Patria y firmar un nuevo Contranto Social”, la detención de 13 congresistas, las acusaciones argumentadas de Petro y las recientes develamientos de Mancuso, son claras señales de la tormenta que se avecina y que muchos quieren atajar.

Siguiendo al barón de Verulam, (1561-1626), filósofo, estadista inglés, y uno de los precursores del pensamiento científico moderno, los signos que vienen desde abajo y que anuncian la sedición, se evidencian actualmente en el país. Pero hay fuerte elemento que el mismo personaje retoma, y que hace imposible que la sedición llegue a feliz término y que la aceptación del presidente continúe galopando cerca de 80%. Y es que el embrujo continúa y no parecer haber contubernio que lo disperse. No por el momento.

Los libelos, panfletos, y discursos contra quienes gobiernan son el pan nuestro de cada día. Abundan las publicaciones sobre los nexos de los Uribe Vélez con los paramilitares; Petro hizo un debate público desde el Congreso sobre esta situación. “Uribe paraco, el pueblo está verrado” es una de las consignas preferidas en los mítines. Aunque aún no hay prueban contundentes sobre estas afirmaciones, no dudo mucho que pronto haga parte de este “ventilador”; pero aún no ha llegado la hora de este mediático personaje.

En Un Pasquín, Mancuso adelantó lo que sería una de las revelaciones más explosivas en lo que va de este proceso. Es más fácil decir, quién no salió salpicado en las recientes declaraciones del ex jefe paramilitar, en su reciente versión libre ante la Fiscalía. Militares, empresas, políticos, dirigentes y la sociedad en general, tiene responsabilidad por acción u omisión en los crímenes de lesa humanidad perpetrados por este grupo ilegal en las dos últimas décadas, bajo el pretexto de suplir la debilidad del estado y defender a la población de la subversión.

Por otro lado, y como signo de sedición, todo lo que hace o deja de hacer o decir el gobierno, es tomado a mal por la oposición y por quienes ahora desean que se conozca toda la verdad y que perciben una profunda crisis de legitimidad en las instituciones democráticas del Estado. Si Uribe sale a defender a sus amigos detenidos o señalados, es un emcubridor, y si no lo hace, un irresponsable. Si no le da la cara a los medios, un cobarde que deja que el silencio hable, y si sale a dar inmediatas declaraciones, un soberbio que no evalúa el alcance de sus palabras.

Bacon también hace referencia a unos signos de sedición que vienen desde lo alto. Gran número de las últimas apariciones en público del Jefe de Estado, han sido para corregir o aclarar afirmaciones sus ministros o de su lenguaraz vice, “pachito Santos”. Este último personaje parece por momentos estar actuando bajo sus propios intereses. Sus declaraciones siempre causan revuelo. O es muy soberbio o muy estúpido, o quiere figurar políticamente para fortalecer una futura candidatura a la presidencia. Hace poco este simpático personaje dijo en el Congreso que otros 40 legisladores serían vinculados con la parapolítica y que las relaciones con EU se replantearían si este país no aprobaba el TLC. Palabra insensatas de peso mayor.

Parece que en Colombia, los signos de sedición no son amenaza real ni para el Estado, ni para el gobierno y todo parece indicar que hace falta una unión, en términos de Bacon, del pueblo y los grandes, es decir los empresarios, políticos y pueblo. Realmente si están unidos, pero en defensa del gobierno. En el país, parafraseando al profesor Alejo Vargas, sigue primando la lógica de la seguridad sobre la del bienestar, y por esto gran parte de la población permanece indiferente. Es más, en la última encuesta que publico Semana sobre el proceso de la parapolítica, los colombianos aún no condenan decididamente el accionar de los paramilitares. Uribe parece que no ha dejado de rezar el salmo 91 y su aura mesiánica la conserva para rato.

No hay comentarios: